viernes, 30 de abril de 2010

ACONCAGUA LIBROS EN LA FERIA DEL LIBRO DE SEVILLA 2010

La editorial Aconcagua Libros organiza en la Feria del Libro de Sevilla diferentes charlas y presentaciones de libros relacionadas con la Memoria Histórica desde hace siete años y de manera ininterrumpida.

Este año presentamos la revista "Todos (...) los Nombres" y dos libros: "Socialistas de Torre Alháquime" y "Callar al mensajero", de Fernando Romero y Francisco Espinosa respectivamente.

El acto tendrá lugar el próximo 10 de mayo a las 19:00h en la pérgola de la Feria del Libro situada en la Plaza Nueva de Sevilla.


Todos (…) los Nombres

La publicación de la revista “Todos (…) los nombres_”, coordinada por Ana Ávila Álvarez y coeditada por la Confederación General del Trabajo de Andalucía (CGT-A) y la Asociación Andaluza Memoria Histórica y Justicia (AMHyJA), forma parte del proyecto del mismo nombre consistente en una base de datos, consultable a través de Internet, de víctimas de la represión franquista en Andalucía, Badajoz y Norte de África. La web www.todoslosnombres.org se puso en marcha en 2006 y en 2007 vio la luz una primera publicación que plasmó en papel sus objetivos, la metodología seguida y el balance de los resultados obtenidos durante el primer año.


Esta segunda publicación se abre con las presentaciones de Rafael López (La memoria es necesaria) y de Cecilio Gordillo (Más de tres años socializando información por la verdad, la justicia y la reparación) y con un balance del trabajo realizado durante la última fase de ejecución del proyecto (Todos los nombres… suma y sigue). Cuenta con artículos de fondo de los investigadores José María García Márquez, José Luis Gutiérrez Molina y de Paqui Maqueda Fernández, así como reflexiones y textos firmados por colaboradores del proyecto y especialistas en diversas disciplinas comprometidos con el movimiento de Recuperación de la Memoria Histórica: Montse Armengou, Alberto Reig Tapia, Antonio González Quintana, Ricardo Robledo, Julián Casanova, Dulce Simôes, Dionisio Pereira, Eliseo Fernández, Conxita Mir, Benito Trujillano y Ángel Viñas. También recoge el testimonio de Ana Ribas Parra y Mari Carmen España y un merecido recuerdo y homenaje a María de los Santos y Arturo Carrasco. Aníbal Espinosa firma las entrevistas a Margalida Capellá e Ignacio Ávila y es responsable de la selección de treinta y cinco micro biografías escogidas entre las últimas publicadas en la web. Cierran la edición el resumen del mapa de fosas de las provincias de Sevilla, Huelva y Cádiz, sintetizado por Rosa Baras, un avance de la exhumación de víctimas de la represión realizada por ARQuatro en el cementerio municipal de La Puebla de Cazalla y un texto divulgativo de la campaña “Todas las víctimas del franquismo en los registros civiles”, que firman Francisco Espinosa, Cecilio Gordillo y Gonzalo Acosta.





Fernando Romero Romero: Socialistas de Torre Alháquime. De la ilusión republicana a la tragedia de la Guerra Civil, 1931-1946. Ayuntamiento de Torre Alháquime. ISBN: 978-84-937245-5-9.


La mitad de los concejales que formaban el Ayuntamiento de Torre Alháquime en julio de 1936 fueron fusilados. Los demás tuvieron que huir del pueblo, fueron juzgados por tribunales militares y estuvieron presos en campos de concentración o en las cárceles franquistas. Ése fue el precio que pagaron por haber sido los portavoces de jornaleros sin tierra que creyeron que las reformas laborales emprendidas por el gobierno republicano-socialista transformarían las relaciones sociales en el campo y los liberarían del secular sometimiento a los señoritos del pueblo y hacendados forasteros. Para los medianos propietarios, agricultores e industriales que constituían la clase dominante de aquella pequeña comunidad rural era inadmisible que unos muertos de hambre les hubiesen arrebatado el gobierno municipal y –con la ley en la mano– los obligasen a pagar salarios más altos que nunca, a contratar a obreros que no querían o que les dijesen cómo tenían que labrar sus tierras. Por eso apoyaron incondicionalmente a los militares golpistas que –respaldados por la derecha política, por la burguesía conservadora, por los terratenientes y bendecidos por la Iglesia Católica– se sublevaron contra el Gobierno de la República.


El golpe provocó una respuesta revolucionaria. Los socialistas se armaron y colectivizaron los recursos económicos, pero durante los días rojos no hubo muertos. Nadie mató a nadie hasta que un campesino socialista cayó muerto a tiros el mismo día que la Guardia Civil, reforzada por vecinos de orden, ocupó el pueblo. Fue la primera víctima de la espiral de violencia desencadenada el 18 de julio y que luego se llevaría por delante las vidas de dos derechistas que fueron capturados por los milicianos rojos y casi cuarenta hombres y mujeres socialistas, sin contar a los que se marcharon y murieron en el frente. Entre las víctimas de la represión fascista había tres a quienes señalaban como autores de los asesinatos de los dos derechistas. A los demás los mataron por haber sido concejales o miembros de la junta directiva del sindicato, por participar en los conflictos sociales y políticos que vivió el pueblo desde 1931, por vigilar los accesos al casco urbano para que no entrasen los golpistas en julio de 1936 o por ser compañera o madre de un socialista evadido a la zona roja. Fueron víctimas de una auténtica cacería de rojos, de una purga social y política que pretendió eliminar a quienes lideraron o se señalaron más en aquella subversión del orden natural de las cosas que trajo el reformismo republicano-socialista.




Francisco Espinosa Maestre: Callar al mensajero. La represión franquista, entre la libertad de información y el derecho al honor. Ediciones Península. ISBN: 978-84-8307-889-1.

Hay quienes no se cansan de repetirnos un día sí y el otro también que desde la transición aquí no quedó cajón por abrir, alfombra por levantar ni asunto por tratar. Y todo para no tener que reconocer que, por el contrario, la transición mantuvo como tabú el gran secreto del franquismo, que no es otro que la matanza fundacional sobre la que se edificó. Que ésta y las posibles complicaciones a que pudiera dar lugar estaba en la mente de quienes organizaron el paso de la dictadura a la democracia se comprueba simplemente observando la prisa que se dieron en aprobar la (auto)amnistía de octubre de 1977. El pasado oculto había sido borrado.

Este libro recoge doce casos de personas que acabaron en el banquillo de los acusados por no respetar lo anterior y poner nombres y apellidos a las víctimas y, sobre todo, a los responsables de la represión. Casos que van desde la propia transición, con el brutal acoso al documentalista Fernando Ruiz Vergara y su film Rocío por dar voz a los vencidos y asociar al crimen el nombre de "un gran español y un gran rociero", hasta nuestros días, en que hemos sido testigos de diversas querellas promovidas por familiares decididos a defender el honor de sus padres y abuelos por más que los servicios que prestaran fueran poco honorables.

El resultado de esta lucha demuestra que el derecho al honor no fue más que parte del botín de guerra de los vencedores y que la libertad de información no es sino un ideal que aún requiere la lucha diaria y que aguarda el momento en que la Justicia española asuma definitivamente que la libertad de información prevalece sobre el derecho al honor. Callar al mensajero quiere dejar constancia de doce historias apasionantes que muestran bien este proceso.





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